Antes de construir el Palacio de Pedralbes, había la duda de dónde hacerlo. El Carmelo estaba completamente deshabitado y estaba en un paraje privilegiado, con todo el Pla de Barcelona a sus pies.
Para decidir el emplazamiento final, dónde hiciera el mejor tiempo ganaría. Colgaron dos jamones, el que tuviera mejor gusto y curación ganaba. En el Carmel no se construyó.