La Conjura Judía
En la edad media los judíos fueron considerados una etnia maldita.
En la ciudad de Barcelona sus fechorías estaban basadas en varias leyendas, como la d’en Mauret.
La leyenda dice que los judíos mataron al pequeño Mauret (diminutivo de Mauro), el Viernes Santo, torturado y crucificado a imitación de Jesús. Después que el pequeño muriera éstos lo arrojaron al mar y el mar se tiñó de rojo.
Los boticarios que conocían todas estas leyendas estaban observando los movimientos de los judíos barceloneses. Cuando comprobaron que falsos conversos (judíos pasados al catolicismo) estaban afiliándose en masa a los gremios relacionados con la alimentación, creyeron que así le sería más fácil envenenar a toda la población de Barcelona y vengarse de la religión que había causado sus desgracias.
Descubiertos, confesaron su plan y los cabecillas fueron juzgados severamente. Se conoció como La Conjura de los Judíos.
La Conjura Judía
De aquí deriva la prohibición para los judíos de ejercer oficios relacionados con la alimentación. Los los cristianos tenían prohibido el préstamo con interés. Su religión así lo mandaba. Este fue uno de los motivos, de que los judíos, se les haya relacionado siempre con la banca, el dinero y la usura. Así que no tuvieron más remedio que dedicarse al cambio de monedas y al préstamo. Ya que a ellos sí se lo permitía su religión.
Jaime I El Conqueridor (El Conquistador) después de varios abusos y disturbios reguló los límites del préstamo con interés: no podía superar 20% del capital.
Se instalaron en la calle llamada ahora Canvis Vells, cerca de la iglesia de Santa María del Mar. Disponían de unas mesas bajas llamadas bancas, donde mostraban las distintas monedas, las balanzas y los libros de anotaciones.
Muchas veces se producían intentos de engañar a los incautos y si éstos lo advertían avisaba a las autoridades. Los engañados si lograban demostrar el fraude, la mesa del judío en cuestión era destrozada.
Se producía una bancarrota, que no era más que romper la banca del judío en señal de protesta y éste fue el origen del término. Se les prohibía ejercer el cambio pero indultados posteriormente.
Si querían seguir ejerciendo su ‘profesión de cambista’ al acabar su condena de no poder realizar cambios, eran trasladaos a la calle Canvis Nous. Así los canvistas que estaban el el Canvis Vells, se les presuponía de honradez extrema y continua.
La Calle Canvis Vells, era la primera cuando accedías por la puerta de la muralla del barrio de los pescadores La Barceloneta. El primer edificio: La Llotja del Mar, donde se vendía y se compraba el pescado. De ahí la importancia de tener la ‘banca’ en esa calle, y no en una que sale de ella a unas docenas de metros, en una callejuela secundaria, llamada dels Canvis Vells.
¿Cómo podían competir con los primeros en ofrecer sus productos? En conocimientos y en el valor del cambio. Pensad que en esas épocas podían llegar a circular hasta 5o monedas diferentes de oro o de plata. Cada uno podía estar especializado en una determinada, para saber si eran falsas o les faltaba peso. Era una práctica habitual el de limar o rascar los bordes de las monedas para aligerar un poquito el peso del oro de las mismas. Había unos hilos que medían el contorno de las monedas, detectando así si faltaba algunos milímetros de oro o plata.
Había muchos clientes intentando engañar e intentando sacar más valor del debido de cada pieza. Con el tiempo, se acuñaron las monedas con las típicas marcas del listel en el borde, que si no existen, algo pasaba.
Y si no cobraban menos intereses o algún que otro beneficio, como más tiempo para devolverlo…
Existe un pequeño museo explicando estas realidades y que convive con la Barcelona Romana. MUHBA El CAll en la Placeta de Manuel Ribé 3. Las fotos pertenecen a él.
Perderos por las calles de vuestra ciudad. Seguro que hay rincones e historias que no conocéis y así descubrís.
La Conjura Judía